Las enfermedades infantiles son una consecuencia de la inadaptación de nuestro organismo a los alimentos que nos proporciona la sociedad industrial
- El abandono de las dietas alimenticias tradicionales
-  Disminución alarmante en el consumo de alimentos frescos y de temporada
- Han aumentado los alimentos infantiles manufacturadosÂ
- Aumento en el consumo de alimentos con proteÃnas de origen animal
- Estos alimentos no son los que inicialmente fueron diseñados para nuestro tubo digestivo
- Flora intestinal fermentativa, putrefactiva e industrial
Hemos observado que uno de los motivos más frecuentes de padecer enfermedades en la infancia se relaciona con la nutrición y se debe al abandono de las dietas alimenticias tradicionales, asà como a la introducción precoz de alimentos para los que todavÃa no están preparados los niños pequeños.
Se está abandonando la alimentación tradicional, la que se supone más adaptada a los seres humanos desde tiempos inmemoriales, la que se supone ha sido nuestro modelo de referencia en el ecosistema natural.
Están cambiando los alimentos que tomamos y esto origina un cambio muy profundo en los mecanismos de la nutrición.
¡Están aumentando las enfermedades infantiles relacionadas con la civilización occidental!
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Todo ello ha ocurrido principalmente por la presión de los grupos de poder económico del área de la nutrición.
Es posible que lo hagan inconscientemente, es decir sin afán de dañar, pero su punto de mira únicamente se dirige a su cuenta de resultados y no han puesto atención a los efectos secundarios que originan sus productos.
Quizá tampoco han sido lo suficientemente advertidos por las autoridades sanitarias encargadas de preservar la salud en la sociedad.
Hay una disminución alarmante en el consumo de alimentos naturales, frescos y de temporada, que mantienen intacta toda su vitalidad, y por tanto tienen la propiedad de estropearse o pudrirse, es decir, son «alimentos perecederos».
A diferencia de los «alimentos manipulados» por la industria, que tienen una fecha de caducidad alargada y son prácticamente capaces de resistir al tiempo (momificación), en parte debido a técnicas de elaboración y sustancias quÃmicas añadidas ajenas y desconocidas por el organismo humano.
Han aumentado los alimentos infantiles manufacturados, como potitos de frutas y verduras, lácteos de bote, cereales de caja, bollerÃa y galleterÃa industrial, alimentos precocinados, bolsas de chucherÃas, enlatados, embotados, embutidos, desecados, salazones, ahumados, envasados al vacÃo, congelados, etc.
Todos ellos listos para ser utilizados, con el menor esfuerzo, y con la mayor rapidez. Además son bastante económicos, lo que nos hace sospechar que se han perdido o alterado parte de sus componentes, lo que repercute negativamente en su calidad.
Según la Fundación Española de Nutrición en su Valoración de la dieta española, hay un aumento en el consumo de alimentos con proteÃnas de origen animal, sobre todo de carnes, embutidos y lácteos.
Son alimentos que además de tener alto contenido en proteÃnas, también lo tienen en grasas saturadas y en sustancias quÃmicas añadidas, y son muchas las voces de cientÃficos, que avisan de su excesiva utilización para el consumo humano y de los problemas que ocasionan.
Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha puesto en entredicho las carnes rojas y los derivados cárnicos, por su asociación con el cáncer.
No es este el único problema que ocasiona su uso irracional e intempestivo, aunque si el más grave.
Según un estudio epidemiológico reciente que valora la nutrición de los niños hasta los tres años (ALSALMA), estamos consumiendo más de cuatro veces la cantidad de proteÃnas necesaria para su edad, siendo estas principalmente de origen animal.
Las proteÃnas de origen animal tienen una carga antigénica muy alta, es decir sobrecargan el sistema inmunitario hasta sobrepasar los lÃmites razonables.
También bloquean enzimas necesarias para el normal funcionamiento del organismo.
Todo ello favorece el agrandamiento o hipertrofia de los órganos linfáticos, como amÃgdalas y vegetaciones, hasta el punto de originar obstrucción de las vÃas aéreas respiratorias y del tubo digestivo.
Asimismo sobrecargan el sistema de excreción renal, dando lugar a una inadecuada limpieza de la sangre, que no puede filtrar todos los desechos que el organismo produce.
!Todo ello favorece que aumenten las enfermedades infantiles de la civilización occidental!
Todos estos alimentos no son los que inicialmente fueron diseñados para nuestro tubo digestivo, y para nuestra flora intestinal.
Flora bacteriana que es especÃfica del ser humano, es decir que nos lleva acompañando a lo largo de la evolución humana, que ha co-evolucionado con nosotros a lo largo de la historia, y por tanto está adaptada a los alimentos tradicionales.
Es una flora fermentativa, que reconoce a los alimentos frescos, de nuestra zona y fermentables como propios.
Muy diferente a la flora putrefactiva, originada por el alto consumo de proteÃnas de origen animal y a la flora industrial, de alto contenido en productos industriales.
Las enfermedades infantiles de la «civilización occidental» serÃan una consecuencia de la inadaptación del organismo a las nuevas maneras de alimentarse, con alimentos para los que no estamos preparados.
Producen sobrecarga metabólica, alteraciones en la regulación hormonal, bloqueos enzimáticos, disminución de las defensas, hÃper-reactividad inflamatoria, sobrecarga renal, ensuciamiento del medio interno y modificación de la flora intestinal.
Nosotros vamos a proponerte una prueba – durante un tiempo no mayor de cuatro meses – para adaptarte o para recuperar la Dieta Mediterránea Tradicional.
Ha sido declarada por la UNESCO, «patrimonio cultural inmaterial de la humanidad» y ha sido avalada por el lento trascurrir de los siglos y por las numerosas civilizaciones que la han practicado.
Va dirigida a toda tu familia, ya que no es una dieta restrictiva, sino de calidad, que beneficiará a la mayorÃa de los tuyos.
Si como suponemos, todo va a ir bien, y tus hijos mejoran de sus enfermedades recurrentes, caerás en la cuenta de que estamos en lo cierto, y seguramente no la querrás abandonar nunca más.
No hay que cerrar los ojos ante los avances tecnológicos que se vienen sucediendo en estos tiempos, pero en lo tocante a la salud, debemos ser muy cuidadosos y no comer alegremente todo lo que nos ofrecen, ya que podrÃamos no estar preparados para ello, si no queremos acabar contrayendo «enfermedades de la civilización occidental».
Su incidencia es muy superior a las epidemias que asolaron a Europa en la edad media, como la lepra, la peste, la sÃfilis, la malaria, etc.
La mayorÃa de aquellas eran de carácter infeccioso, ocasionadas por la masificación y por deficiencias importantes en la higiene general, mientras que las «enfermedades de la civilización occidental» son sobre todo enfermedades de origen nutricional.
¿Cómo pueden curarse las enfermedades infantiles de la civilización occidental?
La respuesta ya la habrás adivinado, tenemos que corregir los errores nutricionales que hayas cometido en la alimentación, sin duda inducidos por la presión industrial.
¡No se puede comer de «todo!Â
¡Hay que elegir con cuidado lo que comemos!
Elijamos la Dieta Tradicional, que en nuestro medio es la Dieta Mediterránea Tradicional.
Con la Terapia Nutricional vamos a proponerte una serie de pasos que te ayuden a restaurar la salud, basándonos en una correcta nutrición y haciendo que los sistemas internos funcionen adecuadamente, y sea factible reponer o reparar los mecanismos que generan las fuerzas auto-curativas de la naturaleza.