Enfermedades y síntomas, Pediatría Nutricional

Características de la dieta híper-industrial

5 julio, 2015

La dieta híper-industrial está en el origen de las enfermedades infantiles, al haber modificado profundamente la composición de los alimentos que tomamos

 Las principales características de la dieta Híper-industrial son:

1.- Ha disminuido el consumo de alimentos “vivos “o “crudos” con alto contenido en “agua biológica”, se toman pocas frutas, verduras y hortalizas, a menudo desnaturalizadas por la excesiva cocción, por las técnicas de conservación u otras técnicas culinarias agresivas.

2.- Se ha sustituido el agua natural por multitud de refrescos, azucarados, gasificados, con productos aditivos químicos y por una gran variedad de bebidas alcohólicas. En el agua que actualmente se consume se han detectado múltiples sustancias contaminantes como antibióticos, pesticidas, etc.

Espiral papaya mediana

3.-Se han refinado los cereales excesivamente, perdiendo su condición de “vivos”. Se han eliminado las variedades ancestrales y se ha modificado su material genético cambiándolas por variedades más productivas. Se les ha desprovisto de fibra natural y del brote germinal, que al tener componentes proteicos y grasos, tienden a enranciar el producto y de esta manera poder aumentar su fecha de caducidad y ser más útiles para la industria.

4.- Se ha aumentado el índice glucémico de los alimentos, que eleva en exceso el nivel de glucosa en la sangre ocasionando un aumento de las tasas de insulina tras las comidas y otras alteraciones metabólicas que conducen a la acumulación de grasa en el tejido adiposo, así como el aumento de sustancias pro-inflamatorias en los diversos órganos.

5.- Se ha alterado la composición de los ácidos grasos de la dieta. Han disminuido los ácidos grasos poli-insaturados y mono-insaturados y han aumentado los ácidos grasos saturados. Dentro de los poli-insaturados han aumentado los omega-6 (por el aumento del ac. araquidónico) y han disminuido los omega-3. La relación omega-3/omega-6 se ha alterado significativamente, influyendo en los mecanismos que regulan la inflamación. Hay un exceso de acido araquidónico en la alimentación, que es un precursor de los omega-6 pro-inflamatorios.

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La alimentación industrial del ganado ha hecho que las carnes contengan unos niveles muy altos de grasas saturadas, lo que no sucedía antaño, por la alimentación natural de la que se nutrían. Se están criando animales gordos y sebosos, con más kilos por unidad, con fines exclusivamente comerciales.

Ha aumentado el contenido graso que los alimentos tienen “per se” o bien se les han añadido grasas saturadas, grasas  “trans” u otras grasas artificiales, todavía no bien estudiadas, que podrían no ser bien toleradas por el organismo humano.

6.- Se ha aumentado el porcentaje de proteínas en la alimentación, porque a alguien se le «ocurrió» decir que era la parte más noble de los alimentos, por su hipotética acción estructural en la formación de tejidos y por su menor contenido en calorías.

En el estudio ALSALMA se ha confirmado que los niños españoles consumen cuatro veces más de proteínas de lo que recomiendan las agencias internacionales.

El aumento del contenido proteico en la alimentación altera el equilibrio ácido-base con tendencia a acidificar el medio interno, lo cual favorecería la depleción de calcio y el aumento de sus necesidades basales.

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El exceso de alimentos cárnicos origina un aumento del ácido araquidónico que es el precursor de los eicosanoides pro-inflamatorios que favorecen la inflamación persistente de los tejidos.

Los sistemas enzimáticos del organismo, no están adaptados a tanta proteína, por lo que se producen bloqueos enzimáticos. Asimismo podría haber una sobrecarga del sistema de excreción renal  y la interferencia de proteínas extrañas en el sistema inflamatorio e inmune.

7.- Se desnaturalizan muchos nutrientes por la aplicación de las nuevas técnicas industriales, todavía no bien estudiadas a nivel molecular. Como el calor excesivo ocasionado por la pasteurización o el cocimiento excesivo de los alimentos o las frituras intensas o el calentamiento por los aparatos de microondas, etc. Estas macromoléculas modificadas o alteradas, podrían no ser bien asimiladas o utilizadas por el organismo y al no poder eliminarlas, podrían “ensuciarlo” e inducir reacciones inflamatorias o auto-inmunes.

Destacamos el refinado de los aceites, que ocasionan la pérdida de antioxidantes y de sustancias anti-inflamatorias, que son destruidas o modificadas, pudiendo convertirse en peligrosas, cuando su elaboración se realiza a altas temperaturas.

8.- El aumento del consumo de conservas o alimentos embotados tras ser sometidos a técnicas de conservación. Antiguamente se utilizaban conservantes naturales con moderación, que permitían alargar la vida de los alimentos, como la salmuera, los adobes, los encurtidos, los escabeches, los ahumados, el secado, etc. Pero actualmente se embota casi todo, perdiendo en su proceso gran cantidad de nutrientes, alterándolos y convirtiéndolos preferentemente en alimentos energéticos.

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9.- No se valora la bio-disponibilidad de los micronutrientes y su absorción por el aparato digestivo. La sal se ha convertido en un condimento universal sin que esté claro su conveniencia y mucho menos la sal refinada a la que le han quitado parte de su contenido mineral y se le han añadido aditivos químicos. No se tiene en cuenta la relación sodio-potasio.

10.- Los productos químicos que se utilizan en agricultura y ganadería, así como el número de moléculas químicas que han sido adicionadas a los alimentos es enorme y a pesar de que han sido estudiadas por organismos de vigilancia internacional, todavía siguen siendo motivo de discusión entre los expertos, por su presunta implicación en las enfermedades de la civilización occidental o de “nuestro tiempo”.

La contaminación ambiental por metales pesados como el plomo, el mercurio y el cadmio, da lugar a la desnaturalización de las encimas y a la formación de neuropéptidos que están implicados en enfermedades degenerativas.

11.- Se ha modificado y manipulado el contenido genético de algunos alimentos con la  finalidad de mejorar la productividad de las cosechas. Pero todavía se desconocen muchos aspectos de los transgénicos y son muchas las “voces” alertando de los peligros que estos pueden traer.

12.- Por último, que decir de los productos precocinados y de “comida rápida” que tan de moda se han puesto hoy en día, debido a la facilidad de acceso, su abaratamiento y la comodidad que ofrecen.

Contienen y son la suma de todos los puntos discutibles antes citados, altos en grasas saturadas, relación omega-3/omega-6 alterada, altos en proteínas, alto índice glucémico, escasos en crudos y fibra, altos en sal refinada, con alta cantidad de aditivos y procesados con técnicas discutibles.

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Se han convertido en alimentos predominantemente “energéticos”, con pocos nutrientes de calidad. Por lo que bien se merecen la denominación de “comida basura”

Consideramos que la evolución industrial de las últimas décadas, ha introducido subrepticiamente cambios importantes en la alimentación, algunos de los cuales son apenas perceptibles.

Se ha disminuido notablemente el consumo de alimentos “crudos” propios de la alimentación de nuestros antepasados mediterráneos y de nuestros ancestros del Neolítico y Paleolítico y se han sustituido por alimentos procesados, más fáciles de conservar, que han modificado parte de su contenido original, perdiendo gran parte de sus nutrientes más lábiles.

Se ha extendido el uso del fuego y del calor como medio de procesamiento de los alimentos, sin reparar en el posible deterioro de las macromoléculas alimenticias, la eliminación de la flora bacteriana saprofita, así como en la destrucción de vitaminas y otros nutrientes.

Resumiendo podríamos decir que en la alimentación actual del siglo XXI, se han disminuido los alimentos “perecederos, crudos y ricos en fibra” con abundante “agua biológica” y con una gran variedad de nutrientes de alta calidad, por alimentos procesados por la industria, “momificados”, pobres en nutrientes de calidad, bajos en fibras vegetales y se les ha convertido en alimentos fundamentalmente energéticos o sea “alimentos combustible”.

No es de extrañar la emergencia de las “enfermedades de la civilización occidental”, como las enfermedades inflamatorias, alérgicas y autoinmunes, junto con la enorme tendencia al sobrepeso, la obesidad y sus co-morbilidades.

La sociedad Híper-Industrial se alimenta con un exceso de energía con “alimentos combustible” que se trasforman en forma de grasa distribuyéndola por todo el organismo. Asi mismo hay un acumulo de “suciedad” o de sustancias extrañas en los órganos del cuerpo humano.

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A pesar de comer en abundancia, nunca está saciado, probablemente debido a la des-configuración de los mecanismos metabólicos, endocrinológicos y al “hambre celular”, es decir a la petición permanente de las células del organismo de nutrientes de buena calidad.

Hipócrates hace más de 2.400 años, formuló que la alimentación era la medicina que debía reparar nuestro cuerpo. Este concepto del alimento como medicina, se ha ido perdiendo al cabo de los siglos, a favor de la medicina farmacológica, sin reparar en los importantes cambios metabólicos, endocrinológicos e inmunitarios que se suceden cuando se toman los alimentos.

Hay una multitud de nutrientes, que se liberan en la digestión de los alimentos que ingerimos habitualmente. ¿Cómo no tener en cuenta la enorme cantidad de insulina que originan los alimentos de alto índice glucémico?, o ¿la enorme producción de anticuerpos que origina los alimentos de origen animal, como la leche de vaca?, o ¿las alteraciones que ocasiona el acido araquidónico en la producción de eicosanoides pro-inflamatorios?, o ¿el depósito de grasa saturada y trans en los adipocitos?, o ¿la acidificación del medio interno, con la depleción de calcio de los huesos? y mil etc.

La alimentación es una verdadera bomba de elementos químicos con acción farmacológica múltiple, que va a tener una acción inmediata y diversa sobre todo el organismo, por lo que conocer su composición es de suma importancia.

En estos momentos no parece que la comunidad científica y sanitaria se hayan tomado en serio la alimentación, por lo que es necesario recurrir al sentido común y alimentarnos al estilo de siempre, es decir al estilo tradicional o mediterráneo/tradicional, que después del transcurso de miles de años, ha ido sedimentando aquellos alimentos que la sabiduría popular ha ido seleccionando como apropiados para nuestra especie.

En general los alimentos industriales son pequeños torpedos que van a explotar en nuestras entrañas, originando lentamente lo que hoy en día se llaman “enfermedades de la civilización occidental”.

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